-Chris Rock
En nuestros esfuerzos por cuantificar y entender el poder de las mujeres, nos impresiona el hecho de que nuestra cultura tiene muy pocas formas de articular la naturaleza de ese poder. De hecho vivimos mayormente ne negación de la enorme cantidad de poder inherente al hecho de ser mujer y la cantidad de presiones sociales por actuar como si ese poder no existiese.
Lo que podría ser un ejemplo menor de esto puede verse cada vez que el corrector ortográfico subraya con rojo la palabra misandria. A pesar de que esto no es algo menor. Una cultura que se rehusa a aceptar que una palabra perfectamente legítima exista, es negar la existencia de ese concepto en la conciencia colectiva. Cuando semejante prejuicio para eliminar ideas continua sin que nadie lo desafie, no sólo tiene el poder de sesgar ideas y perspectivas, sino que también tiene el poder de darle forma a las leyes y a las políticas, la educación y la conciencia pública. La misandria es indetenible, porque la misandria no existe.
Las mujeres necesitan empoderamiento y siempre lo necesitaran porque el poder de la mujer, por si mismo, no existe.
Tenemos una excepcíón a esto. Es el de “soy una mujer, escúcha mi rugido”. Estamos atados a una cultura que proclama que las mujeres son tan poderosas, capaces e iguales a los hombres, incluso cuando existe la opinión de que las mujeres son víctimas subyugadas a la opresión de los hombres, los cuales son supuestamente sus iguales. En su propia forma ironica y contradictoria, la excepciónde “soy una mujer...” es un mandato público, una frase para sentirse bien sacada de un cuento para niños. Todos somos porristar del poder femenino, cantando mantras terapéuticos sobre el poder que en realidad no tienen y nunca tuvieron.
Y eso sólo sirve para llevarnos más lejos del verdadero poder que si poseen.
No tenemos expresiones como “dominio femenino” u “opresión matriarcal” y a pesar de que son expresiones completamente legítimas, estoy seguro que el 98% del público va a reaccionar incrédulos y negar la existencia de estos conceptos, demostrando otro aspecto del poder general femenino que no tiene nombre y por lo tanto no existe
Es como tratar de describir una nube sin poder usar la palabra “nube”, ante un mundo que no cree en las nubes. Estamos limitados al hablar de este tema; presentamos lo que queremos decir en metáforas, similes y anecdotas. Podemos describir como puede arruinar la vida de un hombre el poder de una acusación de una mujer o podemos ir a las cortes de la familia en estado de completa desventaja por el hecho de tener pene, o más bien dicho, por el hecho de no tener vagina, sin embargo tenemos muy poco lenguaje para enfrentar este asunto directamente. El resultado de esto es que gran parte de lo que decimos se pierde como hiperbolico y sobre reaccionario.
La ventaja femenina es tener poder que es general e invisible; en todas partes y en ninguna parte.
Sin embargo esto está empezando a cambiar, gracias al movimiento por los derechos de los hombres. Un gran grupo de hombres y mujeres, a pesar de que sus correctores ortográficos continúen ignorando esa palabra, no sólo estamos presionando al léxico en otra dirección, sino que también estamos presionando por algunas ideas clave:
* Las mujeres pueden y suelen odiar irracionalmente, tanto como los hombres.
* Las mujeres pueden ser sexistas y muchas lo son.
* Los hombres pueden odiarse a si mismos y muchos lo hacen.
Ese es el poder de una sóla palabra y mientras más sea usada por la gente, más rapidamente van a cambiar las actitudes. Todavía no hemos llegado ahí, sin embargo ese día se acerca en el que la misandria tome su lugar al lado de la misoginia en la conciencia colectiva y la gente va a tener dificultades para pensar en una sin pensar en la otra. El lenguaje es la langosta del cambio social.
En ese espíritu, estoy continuando la serie Zeta con un enfoque de no sólo reversar la polaridad del flujo de poder entre hombres y mujeres, sino que para intentar darle más significado y claridad al lenguaje que usamos. La mejor forma de empezar es tomar una palabra que ha estado apareciendo en el diálogo de GAME por algún tiempo.
Hipergamia.
Esa palabra significa literalmente, es el acto de buscar pareja o cónyuge de igual o mayor nivel socioeconomico, o casta social que ellas. Los seguidores de GAME ya han expandido el concepto para describir la inclinación natural de las mujeres por ser estimuladas sexualmente con la presencia de hombres poderosos. Leí un comentario en otro foro que decía que incluso la mujer más comprometida con su matrimonio va a sentir una vibración en su vagina ante la precencia de tales hombres, incluso cuando se trata hombres feos como Henry Kissinger.
Yo no dudo de que eso sea verdad.
Sin embargo hay mucho más en la hipergamia y al menos sirve al propósito de los hombres revisar y expandir nuestro entendimiento de este concepto e incluirlo en nuestro lenguaje común.
Primero que todo consideremos que ambas,definiciones de hipergamia, la literal y la definición sacada de GAME, nos llevan a la misma conclusión: “que las mujeres tengan acceso y usen el poder generado por los hombres.”
El poder puede venir de varias formas y puede ser perseguidos diferentemente por diferentes mujeres, especialmente a diferentes puntos de sus vidas.
Una mujer joven puede sentirse atraida inmediatamente por la presencia del poder personal de un tipo malo, mientras que una mujer más vieja y más sofisticada va a sentirse atraída por un hombre exitoso con dinero. En el sentido biológico, no hay diferencia entre estas dos mujeres. Ambas se calientan por algo a lo que eventualmente esperan tener controlado.
De modo que si la “vagina vibra” por un tipo en una Harley o por un tipo con una fábrica de Harleys, están vibrando por la misma cosa.
Ambas mujeres van a entrar en la fase de la luna de miel de la relación, eventualmente usarán los muy conocidos métodos de manipulación sexual y/o chantaje emocional para ponerle una correa al hombre y empezar a asumir propiedad de todo lo que este produce, incluyendo dinero, hogar y tiempo personal.
La mujer promedio va a volverse cada vez más demandante e insistente de que toda la energía esté alrededor de ella y la respuesta estándard de un hombre es estar de acuerdo. Tal y como escribí en mi ensayo “una oración por Joe Bob” aquí es donde vemos que un hombre pierde cada vez más de si mismo ante los deseos y los caprichos de ella.
Las mujeres no sólo buscan pareja de igual o mayor nivel socio económico. Están constantemente alertas sobre los mejores tratos, especialmente cuando están en relaciones. Entran en relaciones con la intención de eventualmente tener el control total sobre estas. Vi a una mujer usando una camiseta que decía explícitamente lo que he visto.
“Más para mí, menos para tí”
Para ilustrar aún más este punto recuerdo una de las preguntas que yo solía hacer en los grupos para hombres que dirigí:
“¿Cuantos de ustedes han sentido que desean arrancarse los pelos de raíz y gritar porque sin importar lo que hagan ella no está feliz y quiere más?”
El 5% que respondió que no, eran gays.
Incluso aquellos hombres que decían estar felizmente casados eran capaces de entender esa frustración y ciertamente muchos de esos hombres, atribuían la “felicidad de su matrimonio “ al hecho de que le daban a sus esposas lo que ellas quisieran sin hacer preguntas.
Yo llamo a esto hipergamia en acción, es una forma de ejercer poder que no tiene igual en su habilidad de controlar la vida de un hombre y es completamente universal en la experiencia masculina.
Para aquellos hombres, que deseen evitar esa trampa, es necesario expandir la definición de hipergamia (si, si puedo hacerlo)
Hipergamia es la tendencia innata en las mujeres por reducir a un hombre a su valor utilitario, para extraer tanto uso personal de los hombres como sea posible. Y continuar haciéndolo hasta que el hombre quede gastado.
En pocas palabras, hipergamia es la motivación universal de las mujeres por convertir a los hombres en objetos, ya sea que ese objeto sea un consolador o un cajero automático o ambos, no hay diferencia.
Y al diablo con el “no todas las mujeres son así”, de una forma u otra TODAS las mujeres heterosexuales practican la hipergamia y apuesto a que la mayoría de las lesbianas también la practican. Es programación biológica, no es una elección biológica, de modo que odiar a las mujeres por eso es tan inútil como odiar a los hombres porque les gustan las tetas y las nalgas.
Además uno no necesita odiar a las mujeres por entender y contraatacar a la hipergamia. Ciertamente es posible forzar a cualquier mujer con la que estás conectado a “perseguir su propia cola en circulos” con sus tendencias hipergamicas, dejándola a que experimente la frustración que normalmente ella misma se inflinge. Esto no requiere tramar, manipular, deshonestidad ni cualquiera de esos aspectos lejanos a Zeta Game.
De hecho, requiere que tu hagas exactamente lo opuesto de esas cosas y operes solamente en forma directa y honesta de modo que proyectes autoconfianza y autoconciencia.
Voy cruzar ese puente en el próximo artículo. Cruce de caminos de hipergamia.
http://www.avoiceformen.com/2010/08/27/zeta-game-hypergamy/
Es programación biológica, no es una elección biológica, de modo que odiar a las mujeres por eso es tan inútil como odiar a los hombres porque les gustan las tetas y las nalgas.Pero se tendría que hacer algo con eso... porque si no está controlado por ellas, los hombres estarán en problemas-
ResponderEliminarEn si, odiar no tiene sentido.
EliminarSon impulsos biologicos muy fuertes , por ejemplo a nosotros no es dificil no mirarle la cola a una mujer o evitar sentir algo cuando una tipa con espectacular figura se cruza, imagino que ellas deben sentir algo similar.
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