miércoles, 20 de abril de 2011

Sálvame

Por Typhonblue





Había una vez un reino, pequeñito y empobrecido. El rey tenía una hija con cabello del color del sol y piel como la crema. Un mercader rico ofreció casar a su hijo con la hija del rey a cambio de un título, trayéndole riqueza al reino.

La princesa no quería casarse con el hijo del mercader-él era demasiado redondo y demasiado pálido y demasiado joven. Y ella ya se había enamorado a primera vista de un caballero de buena familia, oscuro, fuerte y noble.

Su padre le dijo a ella que sus hijos sirvieron a su pueblo en la guerra y que ella debe servir a su pueblo en el matrimonio.

Ella dijo, “no padre y no voy a hablar más de este asunto.”
Su padre le dijo que sin este matrimonio, su reino seguiría sufriendo de pobreza.
Ella dijo, “no, padre y no voy a comer contigo nunca más.”

Su padre le dijo que después de que el nombre al hijo del mercader como su heredero ella podría tomar tantos amates como ella quisiera. (Le dijo esto con el mayor secreto y con mucha incomodidad.)

Ella lloró, “¡Padre! ¡El hijo del mercader no me va a tocar!” y se encerró en su habitación.
Por diez días y diez noches la princesa se rehusó a dejar su habitación. Ella se rehusó a come-a menos que sean pasteles y chocolates- y se rehusó a beber- a menos que sea miel, hidromiel o vino azucarado.

Cada día el rey le suplicaba y le prometía a su hija alguna cosa, pero ella le daba la espalda a todas esas cosas y le dijo “tendrás que arrastrarme ante el sacerdote y cuando él me pregunte si yo ‘acepto´ ¡voy a gritar hasta que me ponga azul!”

El rey se desesperó y el mercader se enfureció, impacientándose y hablando fuerte y cada vez más amigable con princesas de otros reinos.

En medio de este caos, una vieja se presentó ante el rey. Ella le dijo que ella podría convencer a la princesa para que se case si le dejan hablar con la princesa a solas.



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“Deseo hablar contigo a solas, princesa”
La princesa se levantó de su almohada, con los ojos llenos de lágrimas. “Vete. No quiero nada de nadie.”
La voz persistió. “Yo no estoy aquí para convencerte de que te cases con el hijo del mercader princesa, sin embargo yo puedo ayudarte a tener a tu amor verdadero.”
La princesa se levantó de la cama. “¿Quién eres?”
“Soy una y soy nada. Sólo una mujer vieja que ha visto muchas cosas y sabe un poco de magia.”
La princesa caminó hasta la puerta de su sala de recepción. Ella la abrió y vio a la vieja. La vieja lucía como un tronco de un viejo árbol del río, salpicada con hongos y con la flacidez de la corteza. La princesa tembló ante la vista y miró atrás de la vieja. No había nadie en el salón; la princesa abrió más la puerta y le dio permiso a la vieja para que entre en su sala de recepción. “Habla vieja.”

La vieja cojeó adentro. La princesa le ofreció una silla y la vieja lentamente cojeó hacia esta, como una casa podrida cae al agua. “Ah, Gracias querida.” La vieja sonrió- o tal vez frunció el seño, la princesa no pudo distinguir la diferencia-y habló otra vez. “¿Eres virtuoza?”
“¡Por supuesto que lo soy!” Respondió la princesa, se le acortó la voz, “soy pura y virtuosa en esa pureza.”
“La pureza no es virtud. Lo sé porque alguna vez yo fui como tú. Antes de que el tiempo y el trabajo me moldeasen en esta forma.”
La princesa se rió con el sonido de campanitas. “Oh vieja, la edad te ha confundido. Tú nunca puedes haber sido como yo. Yo soy una princesa.”

“¿Así son las cosas?” La vieja buscó la mano de la princesa. A la princesa le dolió el contacto con la piel como cuero gastado de la vieja. “He oído decir que te vas a casar. Y que no eres feliz.”
“¡No!” La princesa apretó los puños. “Él es demasiado jóven para mí. Y es pálido y es pegajoso. Mi padre dice que me case por el bien del reino. Pero ¿Puedes imaginarlo? ¿Sin amor? ¿Por qué debería sacrificar mi corazón para traer riqueza a mi pueblo?
“Muy cierto, querída mía. Y hay un hombre. Un hombre a quien no puedes tener.”
La princesa se mordió el labio. “He hablado con él sólo una vez-”
“¿Cuánto lo amas?”

La princesa se desmayó en su silla. “Mi amor es tan cierto como el sol que se levanta, tan cierto como la profundidad del cielo, tan cierto como el cambio de las mareas, tan cierto como-”
“Yo puedo darte magia.” La mirada de la vieja, se tornó tan aguda que hizo que la princesa tiemble. “Una magia que va a capturarlo y hacer que tu padre consienta el matrimonio de ustedes.”
La princesa se erguió en su asiento, con el ceño fruncido. “¿Qué quieres a cambio? ¿Cuál es el riesgo?”
“Chica astuta.” La vieja mostró los pocos dientes que le quedaban. “Yo no quiero nada si eres virtuosa y si tu amor es sincere, a ti no te caerá ningún mal.”

“¡Por supuesto que lo soy! ¡Y mi amor es sincero!” La princesa se inclinó hacia adelante. “¿Qué magia?”
“Una palabra, princesa” La vieja se reía y su voz sonaba como madera podrida al romperse. “una palabra. ‘Sálvame.’ Di esa palabra y todos a tu alrededor van a verte como si estuvieses atacada por un monstruo horrible.” El agarre de la vieja sobre la mano de la princesa se apretó. “Vas a ver la verdad, no hay peligro, pero todos los demás sólo verán la ilusión.”

“Mañana ve al patio del castillo y di esa palabra para que tu caballero la escuche. Te casarás con él antes que el día termine.”

La princesa hizo lo que se le dijo. Al día siguiente ella fue al patio del castillo a donde vio a su caballero- joven, fuerte y oscuro- ella caminó hacia él, sus damas de compañía la seguían, y se inclinaron ante ella, “Mi señora.”
“Sálvame.”
Instantáneamente el patio explotó con ruido y gente corriendo. Los campesinos gritaban; los niños lloraban con miedo. Sus damas de compañía chillaban, se subían las faldas y corrían hacia uno de los arcos que daban hacia las afueras del patio del castillo. La princesa miró alrededor, buscando a la fuente del terror de todos- no había nada aparte de una cabra comiendo pasto cerca del pozo.
Su caballero corrió a sus pies, empujándola un poco. Ella iba a quejarse de su grosería cuando recordó las palabras de la vieja.

Él había sacado su espada y el escudo escondía su cabeza y sus hombros mientras avanzaba hacia la cabra como si fuese mil veces más grande de lo que era en realidad.
La princesa miró con sorpresa como el caballero hacía la pantomima de pelar contra un monstruo. En las caras de las damas de compañía y los campesinos asustados se escondían dentro de los arcos de piedra veían con un miedo terrible.

Pero todo lo que ella podía ver era una cabra, esperando que el caballero saliese de su confusión, en cambio el caballero desató su ataque ante las pequeñas pezuñas de la cabra.

El caballero peleó y peleó, bloqueando golpes de una garra gigantesca e inexistente, apuñalando la barriga de un monstruo enorme, esquivando el aliento de fuego que no existía.

Finalmente el caballero le dio el golpe mortal y la cabra cayó al piso del patio mientras sangraba.
La princesa sentía que todos a su alrededor contenían el aliento mientras miraban a la cabra montruosa morir.

Ese día el rey dio la mano de la princesa en matrimonio al caballero por su valentía al protegerla de un dragón.

El mercader y su hijo no estaban felices. Furiosos, el mercader le dijo que él cambiaría varias de las rutas de sus caravanas lejos de los caminos del rey. El prometió que habría todavía más pobreza para él y para su pueblo.

A la princesa y el caballero se les dio la mitad del reino para que gobiernen. La princesa estaba emocionada. ¡Había sido salvada!

Hay que admitir que la princesa si amaba al caballero. Pero ella no lo amaba lo suficiente.
Después de un tiempo, ella descubrió que ella no la cuidaba; él pasaba la mayor parte del día entrenando sus habilidades de combate y la mayor parte de las noches entrenando a sus escuderos. Él dijo que lo hacía por las necesidades del pueblo: otros reinos los veían y sabían que eran pobres, poseían un pequeño ejército, tenían que están listos en cualquier forma que pudiesen.

La princesa sólo sabía que estaba sola. Ella pensó en el hijo del mercader y se dio cuenta que aunque no era tan atractivo, era astuto e inteligente- había viajado y leído mucho. Y, en realidad, dos años más joven no era algo tan malo.

Durante un largo mes de soledad, uno de los escuderos del caballero le llamó la atención. El joven era encantador y atento y rápidamente encontró un lugar en su cama.

Ella no era modesta sobre la aventura; su ira ante los descuidos del caballero hacían que ella fuese atrevida y tonta. No pasó mucho tiempo hasta que descubriesen su secreto. El caballero corrió a confrontalra y a su escudero en la cama.

A pesar de su atrevimiento, la princesa estaba sorprendida y horrorizada de que la descubriesen. En un instante ella saltó del lado de su amante y se lanzó a los pies del caballero susurrando “Sálvame.”
Si ella hubiese sabido lo que iba a suceder a continuación, tal vez ella nunca hubiese dicho esas palabras. Pero ella no se retractó y miró, el caballero saltó hacia el escudero, espada en mano.

La princesa escondió su cabeza en las manos y no vio lo que sucedió a continuación, pero escuchó el sonido de carne cortada.
Cuando el caballero regresó a su lado no había sangre sobre él, pero había una pena en su cara. “Aunque sea uno de mis escuderos, un violador no debería sufrir para vivir.”

Temblando pálida, la princesa no dijo nada. Ella se sentía mal por supuesto, pero bajo el sentirse mal y el temblor había una emoción que la inflamaba.

Esa noche, exhausta por la emoción y el sentir que la muerte estuvo tan cerca, la princesa durmió cómodamente. En sus sueños más profundos, sus palabras se coagulaban en su garganta, algo tan grande que ella no podía respirar. Ella se despertó, gritando.

El caballero a su lado. “¿Por qué estás gritando?”
La princesa trató de explicar, trató de hacer que su boca forme las palabras correctas pero no podía, ella sólo podía decir “Sálvame.”
El caballero saltó de la cama y se lanzó a las sombras con un candelabro. Durante el resto de la noche batalló a un oponente imaginario mientras la princesa lloraba.

Cada noche que siguió, la princesa se despertaba a la mitad de la noche asfixiada: el caballero le suplicaba que le diga que es lo que le pasaba y ella sólo podía decir “Sálvame.”
Él se pasaría el resto de la noche agotándose, tratando de salvarla del dragón que la atormentaba cada noche.

Y ella se ponía a llorar, porque ella podría verlo matándolo y ella lo amaba, pero no lo amaba lo suficiente.
Cuando el caballero no podía pelear más el empezaba a atrincherarla en un refugio a ella sola, esperando poder mantenerla a salvo si es que él pudiese encontrar una forma de cerrar todas las entradas.
Durante la noche, sola y atrapada, ella trataba de luchar por salir de las fortificaciones tan sólo para poder respirar.

En la mañana él encontraba el cuerpo de ella arañado por la lucha por salir. Él decidió que el dragón debió de haber encontrado una forma de entrar en el refugio y pidió murallas y candados más fuertes. Eventualmente ella se encontró dando vueltas en una habitación sin puertas ni ventanas y murallas de un metro y medio de espesor. Todos los días el cerrajero necesitaba seis horas para abrir y para cerrar la habitación.

Las pesadillas continuaban y la princesa continuaba luchando por su libertad cada noche como si estuviese luchando por su vida.
Cuando el rey escuchó lo que el caballero había hecho con su hija envió a todos los soldados que tenía para liberarla y que traigan al caballero ante su trono para que este sea castigado.
La princesa fue traída al lado del rey en una cama porque ella estaba demasiado débil para caminar.
El caballero se arrodillo ante ambos.

“Mira a mi hija. Mirea a la heridas en sus manos, en sus brazos y en sus piesa.” El rey estaba enfurecido, “tú la has golpeado, la has hecho pasar hambre y la arrojaste a una tumba de piedra.”
“No, mi señor.” Dijo el caballero. “¡Yo traté de salvarla de un mal que la persigue cada noche!”
La princesa los miró discutir. Ella sabía que si ella no decía nada, su padre sería persuadido por las palabras del caballero y a ella la llevarían de regreso a su prisión para asfixiarse en sus propias pesadillas. Y ella se dio cuenta de lo que le había dicho la vieja: ella podría abandonar su magia en cualquier momento en el que ella quisiese, tan sólo con desearlo. Pero ella no podía decir que ella amaba lo suficiente al caballero.
La princesa miró al rey y le dijo, “Sálvame.”
El caballero fue colgado por sus crímenes.

Ya no le quedaba nada excepto su magia, se convirtió en un juego y la princesa lo jugó con cuantos hombres ella deseó. Las pequeñas enemistades que ella cultivó entre los señores rivales y la pobreza creciente lanzó a la corte del rey al caos y lanzó al reino en la guerra civil. Los reinos vecinos aprovecharon la oportunidad para invadir. El rey fue asesinad y su línea sanguínea fue destruida; la princesa se enfrentó a la guillotina y llora amargamente ante su sombra. “Sálvame,” dijo ella y fue perdonada pero incluso su magia pudo salvarla de la ira de todos sus enemigos.

Ella fue desterrada.

En su nueva vida ella caminó de un lado a otro, destituída y sin un centavo, hasta que encontró un oficio que ella podía hacer. Aquí y allá usaba su magia para iniciar peleas en tabernas y prostíbulos, en las peleas de extraños y bandidos su necesidad de poder fue saciada.
Ella hizo esto hasta que la fealdad de su cuerpo reflejó la fealdad de su alma y a ningún hombre le interesó salvarla.

Y ella siguió caminando de un lado al otro, una mujer vieja y polvorienta, arrastrando los pies en antiguos caminos polvorientos. Después de un tiempo su magia se aflojó de su lengua y ella fue decir otras palabras, pero ahora raramente tenía una causa de hacerlo.

Hasta que un día, cuando ella caminó tan lejos de su antiguo reino que la gente a su alrededor nunca había oído su nombre, ella escuchó los chismes y los rumores de que este reino nuevo estaba en problemas.
Es la princesa que se rehúsa a casarse con un príncipe de una tierra vecina. El matrimonio terminaría una animosidad larga y amarga entre los dos reinos. Los campesinos y los nobles estaban en mala situación económica; a pesar de los tratados la demora había inspirados batallas fronterizas muy dañinas, a pesar de que las fuerzas que los aliados habían donado para prevenir una invasión.

Cada día la princesa se encerraba en su habitación y se rehusaba a salir, la frágil tregua se deterioraba cada vez más.
La mujer vieja- se sentaba en una silla vieja en una esquina en la taberna- escuchaba a un montón de nobles hablándose entre ellos susurrando en tonos urgentes. Después de un momento ella se levantó y caminó cojeando.

Por primera vez en muchos años ella habló. Las primeras palabras que ella habló sonaron como el rechinar de madera vieja y tenían mucho sentido.
Una de las mujeres nobles la miro y le dijo. “Vete, mujer vieja. ¿No te das cuenta que tenemos asuntos importantes?

Ella lo intentó otra vez, esta vez su voz sonó como ramitas secas rompiéndose, pero eran palabras entre carraspeos. “Yo puedo hacer que la princesa se case. Si es que puedo hablar a solas con ella.”
Era una prueba de la desesperación de los nobles el hecho de que consideren la oferta de la vieja y la llevaron hasta el rey. El rey llevó a la vieja hasta la puerta de la princesa.
En la puerta la mujer la llamó. “Yo no estoy aquí para convencerte que te cases, querida, sin embargo estoy aquí para darte el amor verdadero.”

Despues de un tiempo la puerta se abrió un poquito. Una princesa, con la piel como la crema, el cabello del color del sol, una imagen idéntica a como la vieja lucía cuando era joven. “¿Quién eres?”
“Yo soy una y nada. Sólo una vieja había visto muchas cosas y sabe magia.” Respondió la vieja. “He oído decir que te vas a casar. Y que no estás feliz con esto.”

“¡No!” La princesa agarró la madera de la puerta tan duro que crugió. “¡Él es tan delgado de piel café sobre todo es demasiado viejo para mí! Mi padre dice que me debo casar por el bien del reino. Pero ¿sin amor? ¿Por qué debería sacrificar mi corazón para traerle paz a mi pueblo?

“Muy cierto, querida mía.” La vieja se reía y sonaba como madera podrida al romperse. “Dime, princesa. ¿Eres virtuosa?”
“¡Por supuesto que lo soy!” Respondió la princesa, su voz se cortaba. “Soy pura y virtuosa en esa pureza.”
“La pureza no es virtud. Lo sé porque alguna vez yo era como tú. Antes de que el tiempo y el trabajo me moldearan en esta forma.”

La princesa se rió con el sonido de muchas campanitas. “Oh vieja, la edad te ha confundido. Tú nunca puedes haber sido como yo. Yo soy una princesa.”
“¿Así son las cosas?” y la risa generó odio adentro de la mujer vieja. “Tú quieres a un hombre que no es tu prometido. Un hombre de menor clase ¿Cierto?”
La princesa la miró. “¿Cómo lo sabes?”
“¿Qué tan sincero es tu amor?” Preguntó la mujer vieja.
La princesa jugó con los risos de su pelo. “Tan cierto como la astucia del zorro, tan cierto como el azul del cielo, tan cierto como-”
La vieja detuvo las palabras de la princesa. Ella las había oído antes y no tenía paciencia para esas palabras vacías. “Yo puedo darte magia que va a capturarlo y hará que tu padre consienta tu matrimonio.”
Los ojos de la princesa la miraban con atención. “¿Cuál es esa magia?”

“Sólo una palabra, querida.” La mujer vieja se inclina hacia adelante y dice. “Sálvame.”



Comentario de Daniel Martínez Typhonblue es una autora de un nivel demasiado alto, he creado la categoría Typhonblue, para que los lectores de este blog puedan ver exclusivamente el trabajo de ella. En verdad es de otro nivel

1 comentario:

  1. Daniel. un debate sobre las denuncias falsas.
    http://www.youtube.com/watch?v=4x2oqGobKeM

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