El machismo es una actitud y perspectiva de discriminación hacia la mujer en relación al hombre, considerando a éstas inferiores a sus compañeros.
El hembrismo, por su parte, es su inversión lógica: una actitud y perspectiva de discriminación hacia el hombre en relación a la mujer, considerando a éstos inferiores a sus compañeras.
El feminismo, no obstante, es una actitud, perspectiva y movimiento reivindicativo de la igualdad entre mujeres y hombres, que suele entender sus diferencias comportamentales como construcciones sociales de la idea de género.
La actitud que pretendo criticar no es exactamente hembrista ni tampoco, por supuesto, feminista. Se trata de un pseudofeminismo occidental adulterado y que ha perdido totalmente el norte, la "guerra de sexos" que nos venden los medios: mujeres de clase media-alta “liberadas” por trabajar fuera de casa y tratar a los hombres como perritos falderos, adictas al consumismo y obsesionadas con la belleza y gustar a esos mismos hombres que tratan como mierda. Este comportamiento es adquirido por algunas mujeres que pretenden ser feministas, gente que oye campanas y no sabe dónde y acaba combatiendo el sexismo con más sexismo, o gente que aprovecha esa confusión y ambigüedad en beneficio propio con una actitud parcial. La cuestión es que, a fin de cuentas, esto no beneficia a la mujer ni le otorga un status superior, como podría pensarse, sino que refuerza la ideología patriarcal. Para ejemplificar esto recurriré a unas cuantas actitudes o situaciones de desigualdad no poco comunes:
El acoso sexual: miradas al escote o al culo, sobes, piropos o insistencias a la hora de ligar: los llamados “babosos” son bien conocidos, por lo que no creo que necesiten presentación. Las “babosas”, por su parte, apenas se condenan. Sucede aquí que cualquier movimiento masculino en este campo puede desencadenar legítimamente una respuesta violenta (verbal o física) por parte de la mujer abordada, mientras que si la parte activa es una mujer, el hombre debería agradecer ese interés por él y, por supuesto, nunca responder violentamente: si ella le parte la cara a un hombre por comportarse como un baboso es una mujer fuerte, moderna, liberada y dueña de su cuerpo; si él le parte la cara a una mujer por comportarse como una babosa es un machista o un cabrón que ha respondido de forma desmesurada.
Por otra parte, la susceptibilidad de algunas mujeres en la cuestión de las miradas es algo que también me chirría un poco: si voy por la calle y se me cruza un tío con un cuadro de Leonid Afremov inevitablemente voy a girar la mirada, al igual que si me encuentro un gato muy bonito o una niña vestida de Arale. Del mismo modo, si me cruzo con una tía (o un tío) que por cualquier circunstancia llama físicamente mi atención puede que me quede unos segundos mirándola o lo haga de vez en cuando sin que por ello la esté tratando en sí como un objeto. Y especialmente con relación a los escotes, minifaldas, ropa marcada, etc, en tanto que nuestra sociedad nos bombardea tan constantemente con tías reducidas a tetas, culos o vientres planos como reclamo publicitario, la ya de por sí atracción que puede sentirse hacia esas partes se potencia todavía más. Y no digo con esto que ninguna tía (ni tío) deba cortarse de salir a la calle vestida como le dé la gana, simplemente no considero nada fuera de lo normal ni reprochable que puedas llamar la atención de alguien y se te quede mirando, al igual que puedes llamarla siendo tío, llevando una cresta, un corsé o una ristra de ajos alrededor del cuello. Entiendo que a algunas les pueda incomodar, al igual que a mí me incomoda llamar la atención por la calle independientemente del motivo, pero entiendo también la otra parte y no creo que estén cometiendo ninguna falta de respeto por sentirse atraídos hacia algo, por lo que rechazo la violencia en estas situaciones, siempre que no vaya más allá de las miradas.
Por todo esto, algunos podrían tachar esta arbitrariedad de hembrismo, pero más allá de la superficialidad se escondería en realidad el machismo o ideología patriarcal: parece, de alguna forma, que la respuesta violenta de las mujeres está justificada en tanto que deben proteger lo único valioso que tienen: su cuerpo. Los tíos, como no se ven (ni sienten) reducidos a objetos, suelen lidiar con estas situaciones sin mayor importancia. No obstante, pareciera que las tías deban defender su honor no dejando que otros puedan disfrutar visualmente de lo que pueden ofrecer y deben resguardar para conseguir sus propósitos, pues el cuerpo femenino sería en sí un objeto erótico, la única arma con el que ellas cuentan.
La caballerosidad: algunos hombres tratan a las mujeres de forma muy distinta a como lo harían con otros hombres, con un trato parcial favorable hacia ellas en el más mínimo conflicto: el típico “a las mujeres no se les pega”, así como lo de ofrecerles ayuda al más mínimo esfuerzo físico que deban realizar o la necesidad de mayor sensibilidad y cuidado de no herir sensibilidades en el trato con ellas. Esto, en un análisis superficial, nos muestra unos “privilegios” femeninos que les son negados a los hombres: poder hacer o decir lo que te dé la gana sin miedo a recibir una hostia, poder pegársela a un tío a la más mínima ofensa o molestia, ahorrarse un trabajo físico o poder exigir un cuidado y una importancia de tus sentimientos por parte del otro que ellos no tienen a la inversa con sus semejantes. No obstante, en una vista más profunda podemos reconocer el machismo que se esconde aquí y perjudica gravemente a las mujeres en el logro de la igualdad: este trato favorable es en realidad una necesidad de trato desigual por la mayor debilidad (física y emocional) que tienen las mujeres. Son vistas como seres emocionalmente inestables y dependientes, poco racionales, frágiles y susceptibles, como niños con los cuales hay que tener mucho cuidado de no herir sus sentimientos, no dejar que hagan el más mínimo esfuerzo por miedo a que se rompan y tener una paciencia infinita para no utilizar nunca la violencia, pues son tan frágiles e inocentes que una pelea no podría ser nunca de igual a igual. Todas estas ideas implícitas contribuyen a naturalizar la feminidad: las mujeres tendrían una esencia femenina inmanente que las distingue de los hombres y las vincula naturalmente a unas formas de ser distintas a estos (inmaduras, débiles o incompletas con respecto a lo masculino).
La misandria: en ocasiones he visto, por parte de mujeres que se hacen llamar feministas, el desprecio y falta de consideración hacia los hombres como si fueran, en su conjunto, “el enemigo”. Lo más contraproducente que veo aquí (por parte de mujeres que se adscriben a esta "guerra de sexos") son los recurrentes “ataques a la virilidad”: humillaciones y burlas con respecto a carencias de cosas propias de su condición masculina, como por ejemplo la valentía, el honor (recuerdo el anuncio hace no mucho contra la violencia de género que decía algo así como “cuando maltratas a una mujer dejas de ser un hombre”), la fortaleza, la falta de sensibilidad o imperturbabilidad emocional, el tamaño del pene o su capacidad para satisfacer sexualmente a una mujer, etc. Y digo que todo esto es contraproducente desde un punto de vista igualitarista, pues muy al contrario de favorecer esa igualdad (o, siquiera, favorecer una supuesta supremacía femenina) refuerzan las desigualdades y el patriarcado, en tanto que valoran el correcto cumplimiento del rol masculino en los hombres. La falta de adecuación a ese rol es castigado con la marginación social, y “no ser un hombre de verdad” significa no ser digno de pertenecer a ese “sexo superior” sino a algo más bajo, como una mujer, un niño o un gay: basta observar que muchas de las cosas que se valoran en los hombres (fortaleza, valentía, frialdad emocional, racionalidad…) son justo lo contrario de lo que se espera o exige a las mujeres (debilidad, timidez, emocionalidad, frivolidad…).
Así, esta misandria va acompañada de un total desconocimiento y falta de consideración por los problemas masculinos, es decir, por el problema que supone para los hombres el encorsetamiento dentro de un rol genérico igualmente opresivo, especialmente en el plano emocional. Pareciera que el modo de ser hombre es el modo de ser natural de una persona, y sólo la feminidad fuera una construcción social.
La misandria: en ocasiones he visto, por parte de mujeres que se hacen llamar feministas, el desprecio y falta de consideración hacia los hombres como si fueran, en su conjunto, “el enemigo”. Lo más contraproducente que veo aquí (por parte de mujeres que se adscriben a esta "guerra de sexos") son los recurrentes “ataques a la virilidad”: humillaciones y burlas con respecto a carencias de cosas propias de su condición masculina, como por ejemplo la valentía, el honor (recuerdo el anuncio hace no mucho contra la violencia de género que decía algo así como “cuando maltratas a una mujer dejas de ser un hombre”), la fortaleza, la falta de sensibilidad o imperturbabilidad emocional, el tamaño del pene o su capacidad para satisfacer sexualmente a una mujer, etc. Y digo que todo esto es contraproducente desde un punto de vista igualitarista, pues muy al contrario de favorecer esa igualdad (o, siquiera, favorecer una supuesta supremacía femenina) refuerzan las desigualdades y el patriarcado, en tanto que valoran el correcto cumplimiento del rol masculino en los hombres. La falta de adecuación a ese rol es castigado con la marginación social, y “no ser un hombre de verdad” significa no ser digno de pertenecer a ese “sexo superior” sino a algo más bajo, como una mujer, un niño o un gay: basta observar que muchas de las cosas que se valoran en los hombres (fortaleza, valentía, frialdad emocional, racionalidad…) son justo lo contrario de lo que se espera o exige a las mujeres (debilidad, timidez, emocionalidad, frivolidad…).
Así, esta misandria va acompañada de un total desconocimiento y falta de consideración por los problemas masculinos, es decir, por el problema que supone para los hombres el encorsetamiento dentro de un rol genérico igualmente opresivo, especialmente en el plano emocional. Pareciera que el modo de ser hombre es el modo de ser natural de una persona, y sólo la feminidad fuera una construcción social.
El aborto: no argumentaré aquí mi opinión sobre esta práctica pues, para los interesados, ya lo he tratado en otra entrada del blog. Lo que sí querría resaltar es la total marginación que se le da a los hombres en este tipo de eventos (en España) en el plano legal (ojo, no hablo de que sea o no nada común que las mujeres manipulen con esto a los hombres): si una mujer no quiere abortar y su pareja o supuesto padre del futuro niño quiere que aborte, la opinión de este no cuenta lo más mínimo y sólo ella tiene la decisión; si una mujer quiere abortar y el hombre implicado no quiere que aborte, tampoco él tiene aquí ningún tipo de voz ni voto en este asunto. Y estoy de acuerdo, pues es ella la que tendrá que pasar por el embarazo y el parto o el aborto, no él. Ahora bien, si una mujer decide no abortar cuando el hombre implicado sí quería que lo hiciera, no sólo no se tendrá esto en cuenta lo más mínimo a la hora de tomar la decisión, sino que el hombre estará obligado a pasar una pensión a la mujer para el mantenimiento del niño ¿por qué debe él mantener un hijo que nunca quiso tener? ¿No es acaso análogo a obligar a una mujer a tener un hijo que no quiere tener? ¿Y por qué, entonces, la mayoría de los que se autodeclara pro-elección sólo lo son con respecto a la elección de la mujer? Podrían argüir, algunos, que el proceso del aborto, el sentir que has “matado a tu hijo” es algo muy horrible para algunas mujeres que así lo consideran, y debe comprenderse que no quieran pasar por ello, pero ¿por qué no tienen ninguna importancia, entonces, esos mismos sentimientos por parte del padre del cigoto cuando la mujer decide abortar contra la voluntad de él? ¿Acaso no podría sentirse igualmente horrorizado de pensar en la idea de haber matado a su hijo?
En estos asuntos los hombres se encuentran, desde mi punto de vista, totalmente desprotegidos. Si eres mujer te arriesgas a quedarte embarazada, pero al menos tienes la opción de abortar. Si eres hombre puedes ni enterarte del asunto o encontrarte un día, sin comerlo ni beberlo, con un hijo que nunca quisiste tener y al que te ves obligado a mantener. Considero, por ello, que lo más justo sería que la mujer pudiera decidir qué decisión tomar (si abortar o continuar con el embarazo) y el aborto se pagara a medias, pero que en caso de desacuerdo con el hombre implicado éste pudiera elegir desentenderse del niño si así lo decide de antemano frente a la decisión de la mujer de continuar con el embarazo, renunciando con ello a todas las obligaciones y derechos de paternidad.
Una vez más, tenemos un caso de actitud parcial favorable a los intereses de las mujeres en detrimento de los de los hombres, pero también una cierta concepción patriarcal en la idea de que la reproducción y el cuidado de los hijos es cosa de mujeres, un evento de la vida relacionado con la naturaleza, lo biológico y lo más animal, que por ello sólo incumbe a ese sector humano más irracional y vinculado a la naturaleza: las mujeres. Los hombres no tendrían aquí ni voz ni voto en tanto que los hijos no son problema suyo, sino de la mujer (y de este mismo planteamiento surgirían las desigualdades con respecto a la custodia de los hijos tras el divorcio), y del hombre sólo es la responsabilidad de ejercer de sostén económico de su prole, de ahí la obligación de pasar una pensión. Esta “naturalización” de la feminidad, hecha también por las llamadas “feministas de la diferencia”, me parece altamente contraproducente para el feminismo (y de hecho no lo considero tal).
Por supuesto hay muchísimas situaciones más, pero no entraré a analizarlas para no alargar innecesariamente esta entrada y reducir con ello el número de posibles lectores. Otro ejemplo sería el de la violencia de género, sobre el cual os enlazo esta otra entrada de mi blog (o este video de Andressolo) para los que estén interesados en mi opinión (o en la suya, o en una perspectiva distinta en general).
En estos asuntos los hombres se encuentran, desde mi punto de vista, totalmente desprotegidos. Si eres mujer te arriesgas a quedarte embarazada, pero al menos tienes la opción de abortar. Si eres hombre puedes ni enterarte del asunto o encontrarte un día, sin comerlo ni beberlo, con un hijo que nunca quisiste tener y al que te ves obligado a mantener. Considero, por ello, que lo más justo sería que la mujer pudiera decidir qué decisión tomar (si abortar o continuar con el embarazo) y el aborto se pagara a medias, pero que en caso de desacuerdo con el hombre implicado éste pudiera elegir desentenderse del niño si así lo decide de antemano frente a la decisión de la mujer de continuar con el embarazo, renunciando con ello a todas las obligaciones y derechos de paternidad.
Una vez más, tenemos un caso de actitud parcial favorable a los intereses de las mujeres en detrimento de los de los hombres, pero también una cierta concepción patriarcal en la idea de que la reproducción y el cuidado de los hijos es cosa de mujeres, un evento de la vida relacionado con la naturaleza, lo biológico y lo más animal, que por ello sólo incumbe a ese sector humano más irracional y vinculado a la naturaleza: las mujeres. Los hombres no tendrían aquí ni voz ni voto en tanto que los hijos no son problema suyo, sino de la mujer (y de este mismo planteamiento surgirían las desigualdades con respecto a la custodia de los hijos tras el divorcio), y del hombre sólo es la responsabilidad de ejercer de sostén económico de su prole, de ahí la obligación de pasar una pensión. Esta “naturalización” de la feminidad, hecha también por las llamadas “feministas de la diferencia”, me parece altamente contraproducente para el feminismo (y de hecho no lo considero tal).
Por supuesto hay muchísimas situaciones más, pero no entraré a analizarlas para no alargar innecesariamente esta entrada y reducir con ello el número de posibles lectores. Otro ejemplo sería el de la violencia de género, sobre el cual os enlazo esta otra entrada de mi blog (o este video de Andressolo) para los que estén interesados en mi opinión (o en la suya, o en una perspectiva distinta en general).
Este articulo es muy interesante, vale la pena publicarlo en este blog. Saludos. http://www.cubadebate.cu/especiales/2012/11/23/el-pentagono-encubre-violaciones-de-soldados-mujeres/
ResponderEliminarEs interesante, pero recuerda que la historia tiene dos caras. Ese artículo no habla nada de víctimas hombre de violación, o sea, es propaganda feminista ya que no considera siquiera la posibilidad de que los hombres tengan problemas o que sean víctimas.
EliminarEste blog no es feminista.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe gusto mucho leer tu pensar y sentir... no muchos hombres hablan o se abren de esta manera. Me considero feminista, no femenazi y estoy de acuerdo en varias cosas respecto a la igualdad; se que muuuchas de nosotras les cuesta desprenderse de "privilegios" que da la caballerosidad, los roles de género, etc. pero, en ese camino estamos, en identificar, comprender y cambiar. Paso muuuucho tiempo para que las mujeres tuviéramos estos "logros".
ResponderEliminarSólo un detalle más, recuerda que al mantener una relación sexual es tan responsable un hombre como una mujer y existe una gran probabilidad de que haya un embarazo o una ITS. Si no quieres ser padre de un bebé pues utiliza un método anticonceptivo o abstente, es tu responsabilidad.
Tengo una pregunta
Eliminar¿Tú crees en la existencia de un patriarcado que oprime a las mujeres y favorece a los hombres?
¿Te importa borrar esto? Te lo pedí hace meses...
ResponderEliminar¿Por qué debería él borrarlo?
EliminarSi no es por derehos de autor, no veo alguna razón.
Que pena que seas hombre, pues eso le quita objetividad a tu pensamiento, o por lo menos para las "pseudo-feministas", misandricas, o aun peor hembristas. Me presento, mujer, diferente del hombre por naturaleza (fisicamente), et igual al hombre en el resto, pues en mi cultura la lei lo permite. Estoy a 300% de acuerdo contigo, me gusta tu pensar y tambien tu decir. Ultimamente estoy un poquito asqueada de esas mujeres que agrandan el foso de la desigualdad tratando de machista cualquier situacion. Frustradas como personas, utilizan el machismo como culpable de su propio fracaso manchando la igualdad conseguida por otr@s y echandola abajo.
ResponderEliminarEn la cultura occidental, sentirse igual es ser igual, y por encima de eso està que cada persona es un mundo, sea hombre o mujer.
La violencia de género para mi no existe, es violencia de una persona a otra persona, contra mas digamos que es de género, mas nos lo creeremos.
Bueno, y con esto y un bizcocho... te felicito por este blog, ahora me lo tendré que leer entero jejeje