Hace mucho rato que no hablamos de los que significa “La Píldora
Roja,” así que voy a darles mi versión más actualizada.
La Píldora Roja es, obviamente, una metáfora para la
preferencia consiente de una visión de la realidad incómoda, difícil o impopular;
llevándola un paso más adelante al contexto del autoengaño.
En el contexto del movimiento de los hombres, esa
metáfora generalizada asume ciertas características específicas,
particularmente para los hombres.
De acuerdo con la narrativa popular en nuestra cultura, vivimos
en un patriarcado, en el cual los hombres tienen ventajas políticas, sociales y
económicas por sobre las mujeres y bajo la cual, las mujeres obviamente están
oprimidas, suprimidas y victimizadas en varias formas.
Este privilegio masculino es, aparentemente, tan poderoso
que las solas arbitradoras del género nos dicen que los hombres (en inglés MENZ
con z al final) logran cohercitar su camino en la vida, felizmente inconscientes
de sus propias y enormes ventajas y seré el primero en admitir, a pesar de
varios años de participación activa en el movimiento de los hombres, sigo sin
darme cuenta de mi privilegio patriarcal.
Desde mi lado de la cerca, la píldora roja significa un
rechazo de la realidad conformista, creada por la sociedad a referente a la
opinión popular, esa es la narrativa compartida, donde el hecho de que la
mayoría de los gerentes generales de alguna forma significa que yo tengo
ventajas, porque yo también soy hombre. O donde el hecho de que los políticos
top sean hombres significa que el privilegio y el prestigio disfrutado por los
políticos top me salpica a mí, por alguna razón, ya que yo tengo un pene, al igual que esos políticos top.
Esta realidad, esta visión de la vida por consenso
popular, es donde en protestas políticas como “Ocupen Wall Street” el supuesto
privilegio masculino de tener un jefe macho alfa significa que tienes que
pararte al final de la línea en el micrófono cuando se trata de hablar. Así es,
en lugar de el primero en llegar habla primero, en eventos como “Ocupen Wall
Street” los hombres blancos van hacia el final y todos los demás van primero,
porque los hombres blancos son privilegiados.
Me pregunto cuánto tiempo debería pausar aquí y dejarte
masticar esta información, porque esta es una forma emblemática de cómo se
expresa el privilegio masculino. Porque debido al “Privilegio Masculino” los
hombres blanco no merecen la consideración que otros toman por sentado.
Refugios de violencia doméstica para mujeres, pero no para hombres; porque los
hombres son privilegiados y no voy a aburrirte con la larga lista de
recitaciones aquí.
La píldora roja, se trata del rechazo de esta realidad
por consenso en la cual cada privilegio ilusivo e invisible, un hombre no
merece compasión, ni siquiera derechos humanos.
Sin embargo, al tomar la más modera posición a favor de sí
mismos, esos hombres ahora se paran en sus patas traseras por las gobernantes
del espíritu de los tiempos de género actual. Estos hombres no reciben el
privilegio de ser enviados a la parte de atrás, sino que se les ataca con
diferentes variaciones de “Tú Odias a Las Mujeres,” “Tú perdonas a los
violadores,” “Tú eres violento y eres una amenaza.”
El rechazo en estas acusaciones es tan obvio que, si los
hombres no estuviesen muriendo por esto, sería cómico. Ser acusado de violencia
y odio, por ideólogas cuyos artículos públicos apoyan el asesinato en masa. Si,
mastica eso.
Escribí esto para que sea leído en voz alta, así que no
hay link que puedas hacer clic, lo cual es una lástima.
La Píldora Roja, también incluye rechazo de la definición
de identidad masculina, la cual nuestros oponentes siguen insistiendo con
desesperación creciente, lo cual es extraño y revelador. Nadie puede argumentar
tanto por algo que no deseen desesperadamente que sea cierto. Imagina que si
por fuerza o insistencia, se pudiesen hacer cambios en la ley, cambios en
políticas de admisión; imagina que se pudiera forzar a que los hombres se
conformen al modelo más brutal y salvaje de masculinidad, del cual se han
quejado tanto.
Esta versión de la realidad, si pudiese llevarse a cabo a
la fuerza en el consenso público, podrían justificar las medidas a pesar de que
son medidas tan asesinas y totalitarias en las esquinas más radicales de la
narrativa feminista. Como asesinato de niños elegidos por sexo, modificación
genética y controles del comportamiento, forzados a poblaciones enteras.
La Píldora Roja, por supuesto, rechaza versiones de
consenso o las versiones feministas de identidad masculina o de lo que es un “Hombre
de Verdad” y por eso estoy seguro que no soy el único que se encuentra
agradecido.
Así que voy a concluir esta pequeña diatriba al
recordarle a todos que:
Tomen La Píldora Roja.
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