martes, 29 de marzo de 2011

¡Todo es tu culpa!

Por Typhonblue
Mirando a la esposa del presidente en televisión—rodeada por la prensa fascinada mientras ella daba un discurso largo—la esposa del tendero miró a su esposo y le dijo: “¡Tú eres la razón por la cual yo no soy la esposa de un presidente!”

Mirando a la esposa del general en televisión – de pie junto a su esposo mientras el recibía honores y medallas – la esposa del tendero miró a su esposo y le dijo: “¡Tú eres la razón por la cual yo no soy la esposa de un general!”

Mirando a la esposa de la estrella de rock en televisión – entrevistada en un show de charlas sobre su último libro autobiográfico – la esposa del tendero miró a su esposo y le dijo: “¡Tú eres la razón por la cual yo no soy la esposa de una estrella de rock!”

Mirando a la esposa del Gerente General en televisión – mientras mostraba su casa a un show sobre la vida y el estilo que le trajo a ella la riqueza de su esposo – la esposa del tendero miró a su esposo y le dijo: “¡Tú eres la razón por la cual yo no soy la esposa de un Gerente General!”

La esposa, enojada y frustrada, buscó una salida y una explicación para sus ambiciones insatisfechas. Ella sentía que debería de tener la atención de la prensa, la adoración de los fanas, el interés de los partidos políticos. Ella sentía que debería tener muebles finos y pisos brillantes, vacaciones a playas caras y una piscina trasera de tamaño olímpico con la forma de una guitarra o tal vez la forma de un piano. Ella sentía que le debían todo esto y ¿Si es que su esposo el tendero le hubiese proveído todo eso?

¡No!

Ella encontró a otras mujeres, enojadas como ella y que culpaban a otros. Ellas le dijeron que sus frustraciones eran legítimas pero que estaban mal dirigidas: no era sólo su esposo quien la había mantenido como la esposa de un tendero, sino que eran todos los hombres junto con su esposo.
Entonces la esposa del tendero leyó todo lo que pudo sobre su frustración – ahora la reconoció como opresión – como a ella – si ¡A ELLA! – se le habían negado los frutos de la riqueza y el privilegio no sólo por el hombre con quien se había cazado sino que por todos los hombres. Y esto no se debía a la incapacidad de él o por su falta de ambición, así como ella alguna vez le recordó repetidamente, sino que era por razones mucho más siniestras. Era una estafa deliberada por parte de él; una conspiración, un plan diabólico compartido por todos los hombres para mantener a las mujeres lejos de las posiciones de poder, de la fama y de las riquezas. Era una cábala oscura y secreta y su esposo era el líder en orquestar la mala fortuna de ella.

La esposa del tendero regresó a donde su esposo y le dijo: “Soy una mujer empoderada ahora, de modo que ya no necesito ser la esposa de un presidente, un general, una estrella de rock o de un Gerente General. Y puedo perdonarte por no darme esa vida, eres flojo y no vales nada, ¡pero no puedo perdonarte por quitarme esas cosas! ¡Tú me detuviste de ser una presidente, una general, una estrella de rock o una Gerente General! ¡Me dejaste como la esposa de un tendero!” Ella dudó un momento. “Por eso es que te voy a dejar.”

Y eso fue lo que hizo.

Oí decir que ahora ella es cajera en una tienda.


Comentario de Daniel Martínez:

Ah, el virus parasite mata al anfitrión y por lo tanto a sí misma.
La simbiosis parasitaria es el virus del feminismo + la caballerosidad.
No puedes defenderte ni derrotar a un enemigo que no puedes ver.
Ya te has rendido ante un enemigo al cual te rehúsas a ver.


Como pueden ver, se necesita de dos para estas aberraciones. Me he comunicado con typhonblue y me dice que sus artículos son un tributo informal a la ley universal de Spengler sobre Paridad de Género.

Una interpretación es que el feminismo en realidad no cambió nada. A las mujeres se les enseñó a ver a los hombres como la fuente de su éxito (la esposa rica) o de su falla (la esposa pobre) y ahora contemplen, el feminismo le enseña a las mujeres a ver a los hombres como la fuente de su éxito o su falla.

La única diferencia es que ahora no es el hombre individual al que culpan, sino que a todos los hombres como una clase.

Esto se aprovecha de la hipergamia innata de las mujeres para mejorar la idea del pecado original masculino. “Tú hubieras tenido una oportunidad si no fuese por esos hombres bastardos.”

Los hombres tenemos nuestra parte de culpa en esto, eso es cierto. Somos culpables por no estructurar la sociedad de forma que rechace los berrinches infantiles de las mujeres como individuos y como clase.

Tenemos culpa en que no les dijimos a nuestras hijas “Tú puedes tenerlo todo.” Deberíamos haberles dicho: “Tú no puedes tenerlo todo. Nadie puede. Tú no eres una princesa.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario