Hola a todos, aquí está Paul Elam de una voz para los hombres, con la parte dos de mi serie llamada “La Plaga de la Masculinidad Moderna” y el día de hoy vamos a comenzar con unos hechos secos de la jerarquía de los hombres.
A pesar de las numerosas figuras de arquetipos de hombres en la historia y las leyendas, en realidad solo hay cuatro tipos básicos de hombres, los tres más comunes son los alfas, betas y omegas, me referiré al cuarto tipo después.
Los hombres alfa son una fracción muy, muy pequeña de la población masculina. Son hombres muy dominantes que residen en la cima de todas las poblaciones, grupos sociales y gobiernos; estos han sido caracterizados por forzar la deferencia de otros hombres, con frecuencia esto se confunde con liderazgo y por obtener y mantener poder, lo cual los lleva a dominar y a ser elegidos por las mujeres más deseables. No existe eviencia que sugiera que esto es diferente ahora de lo que fue en cualquier otra época en la historia y no existe forma de subestimar la importancia de la estrategia de apareamiento en el fenómeno del hombre alfa.
Pero el éxito suele tener su precio, los hombres alfa tienen la tendencia a ser controladores obsesivos, abusivos y megalomaniácos. Si tu señalaste a cualquier déspota en la historia mundial, que haya masacrado a cientos de su pueblo, por la necesidad de mantener el control o por puro placer sadistico, estas señalando a un hombre alfa. Con ellos puedes tirar por la ventana a los códigos de conducta, esos códigos no son más que herramientas usados para forzar obediencia con sus planes, a los betas y a los omegas. Dejando todos los romanticismos de un lado, el código de los hombres alfa es: “Conquistar y controlar” a los objetos de su deseo y a los hombres a los que explota y deshecha como medios para adquirirlos.
Hablando de forma característica son la expresión más pequeña y más maligna del macho de la especie, pero también son los que logran las cosas y con gran eficiencia si no consideras la perdida de la libertad y vidas humanas. Incidentalmente sus características también son las características que las feministas usaron erróneamente para definir a la masculinidad entera, pintando a todos los hombres como dominantes y opresivos. El éxito en esto les permitió tomar otras minorías microscópicas de hombres y atribuir sus características a hombres en general, por ejemplo: abusadores, pedófilos y violadores.
Históricamente los desafíos a los hombres alfas, venían típicamente de otros hombres alfas y frecuentemente de los rangos de los hombres beta, quienes formaban la siguiente capa de la estructura de poder masculino.
Los betas sirven como los refuerzos de los alfas, los brazos fuertes que se usan para mantener el control en grandes números de personas, también juegan el rol de: “Sí Señor”, permitiéndoles su propia cuota de poder y poniéndoles a corta distancia o digamos mucha proximidad de la posición y el estatus del hombre alfa, incluyendo primacía sexual. De la misma forma en la que un roadie de una banda de rock, la fortuna a veces filtra su camino en las manos de un hombre beta y a sus camas.
En la parte de más abajo y en la parte más populosa de la jerarquía están los hombres omega, estos son los peones en el tablero de ajedrez. Frecuentemente están bajo el control directo de los alfas o por aproximación bajo el control de los betas, este es el hombre común y el más vulnerable a los peligros de la vida normal.
Una buena forma de mirar esto es mirar a la cadena de mando militar, la tendencia general es que los hombres alfas, betas y omegas derraman montos de sangre incrementalmente en orden descendiente y que claman el derecho a la victoria en orden ascendente.
El gobierno se rige de forma similar mayormente. En los términos más simples, los alfas “creadores de leyes” usan a los betas “Guardianes de la ley” para ejecutar su voluntad sobre los omega “la población en general”. O al menos el gobierno solía trabajar así, pero ya no es así.
Hace 40 años llegamos a la mayor traición política de la historia y eso cambió el mundo. Los hombres alfa y el gobierno no se pusieron de acuerdo con las ideólogas feministas con el propósito de tener una gran y confiable porción del electorado. Esos hombres tenían esposas a quien oponerse, muchas de las cuales apoyaban al feminismo. Lo cual redujo todo al imperativo biológico, los hombres alfa no están menos dispuestos que otros hombres de tomar cualquier medida necesaria para asegurar su estatus sexual y su acceso a las mujeres y ante cualquier amenaza percibida a esto ellos cedieron la posición alfa y se convirtieron en refuerzos betas para la agenda feminista; no encontrarás ningún ejemplo de esto mejor que Barack Obama o Joe Biden o incluso George Bush.
Estos hombres alfa se convirtieron en el músculo beta para unas mafiosas feministas mintiendo sobre el privilegio y el rango para reforzar imperativos ideológicos a las masas indefensas debajo de ellos. Se convirtieron en los policías que envían a los hombres a la cárcel tras tan solo una acusación de la esposa, se convirtieron en jueces golpeando a los hombres con sus martillitos en las cortes, se convirtieron en políticos pasando leyes cada vez más misandricas, se convirtieron en gerentes generales de compañías farmacéuticas presionando por poner drogas como la Ritalina, para borrar la vitalidad y fuerza de nuestros niños, para hacerlos más maleables en manos femeninas una vez que se fuerce al padre a irse del hogar.
¿Acaso no es irónico que el supuesto pináculo de fuerza de la jerarquía masculina, quien fuese revelado por las feministas sea en realidad el pináculo de debilidad sexual? Esta serie de eventos es también una lección en poder verdadero y en donde reside, lo cual es el reino de la selección sexual siempre ha estado en las manos de las mujeres que hacen la selección.
Pero se revela una ironía aún mayor. Las mujeres que se habían quejado por la falta de poder por eras y de hecho siguen haciéndolo, se enteraron hace cuatro décadas de que todo lo que tenían que hacer, para obtener un control casi completo, era dar un paso adelante y demandar que se les diese ese control jugando con la carta del sexo como lo hicieron. Y se les entregó ese control, lo hicieron los hombres más poderosos del mundo, para quienes ante la presencia de estas mujeres se convirtieron en mayordomos ofreciendo cócteles en una bandeja, yo no estoy particularmente agradado con esa conclusión, de hecho como un hombre que lucha continuamente por romper ataduras del viejo mundo, estoy avergonzado de esta conclusión. Pero si no aprendiste nada no ganaste nada. De todas formas lo que pasó aquí a grandes rasgos fue que las mujeres y su poder biológico crudo disfrazado como feminismo tomó el estatus dominante del hombre alfa en nuestra cultura y el resultado se está convirtiendo rápidamente en una era de opresión e injusticia mas insidiosa e inevitable que ninguna otra.
Está en la naturaleza de la supervivencia biológica de las mujeres el mejorar sus vidas a través de la utilización del trabajo masculino y la desechablidad masculina, sin culpas o restricciones morales. Y eso es exactamente lo que ha terminado haciendo nuestra cultura en una escala Orweliana.
Derrotar a esta monstruosidad requiere la tarea casi loca de batallar a través de los refuerzos beta disfrazados como controladores alfas, sin el propósito de combatir su capacidad de mando, sino para combatir a una ideología perversa que tiene muchos tentáculos invisibles a través de la conciencia pública y que emana del corazón mismo de la psicología evolutiva humana.
El primer golpe en esta batalla debería de ser, debe de ser a los elementos de la masculinidad que permitieron que esto sucediese.
Y esto me trae a la conclusión de la parte dos de “La Plaga de la Masculinidad Moderna” y espero que disfruten de mí en la parte tres.
Gracias por escucharme.
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